Somiedo y Belmonte son dos puntos estratégicos en la recuperación del oso pardo cantábrico en Asturias.
El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) ha contabilizado este año cuatro osas con un total de siete crías de esta temporada en los montes de estos concejos del suroccidente asturiano y lo más probable es que no sean las únicas que se dejen ver por la zona. La organización conservacionista y otras entidades localizaron en 2010 seis hembras acompañadas de sus esbardos en este entorno y se espera que la cifra aumente este año. Los datos sobre la evolución de la población osera en este territorio invitan al optimismo.
A la recuperación de la población reproductora de los osos en Somiedo y en Belmonte se une la consolidación de la presencia de los plantígrados en los valles del Trubia. El FAPAS identificó en el primer semestre del año cerca de una treintena de ejemplares en los concejos de Santo Adriano, Proaza y Teverga, entre ellos cuatro hembras con siete esbardos. El oso pardo se ha acomodado en la zona central de Asturias, un paso clave para alcanzar el objetivo de conectar las dos subpoblaciones de osos de la cordillera, la oriental y la occidental.
La progresión demográfica de osas con crías en los concejos de Somiedo y Belmonte ha sido muy importante. Si en 2004 se localizaban sólo dos osas con crías en este territorio, en los años 2007, 2008 y 2010 se vieron seis hembras con esbardos. «En los años noventa se llegó a perder la reproducción osera en Somiedo, por lo que estos datos son sintomáticos de que la recuperación de la especie en la zona se consolida», afirma Roberto Hartasánchez, presidente del FAPAS.
El crecimiento de la población osera en Asturias explica las observaciones de plantígrados en zonas poco habituales. El pasado mes de junio una de las osas de la zona occidental se asomó con sus dos esbardos a Dolia (Belmonte de Miranda), en pleno Camín Real de la Mesa. Un grupo de cazadores localizó a los ejemplares cuando se paseaban por la falda del pico Cervera-Castiello, a escasos dos kilómetros del pueblo. Tanto las crías, nacidas el pasado mes de enero, como la madre lucían un excelente aspecto y los lugareños echaron mano de prismáticos y de cámaras para divisar a sus nuevos vecinos e inmortalizarlos en imágenes.
Según Hartasánchez, uno de los aspectos más interesantes para entender la rápida recuperación de la población reproductora de los osos es que, «según confirman los trabajos genéticos, existe una mayor movilidad de las hembras de lo que se presuponía».
En el año 1989 comenzaron los trabajos para la recuperación del oso pardo cantábrico en Asturias, Castilla y León, Galicia y Cantabria. Se calcula que hoy habitan en la cordillera unos 200 osos y 150 de ellos forman parte de la población occidental, que se distribuye por el alto Sil leonés, Lugo y Asturias. La población oriental se extiende entre Palencia y Cantabria y, de momento, los ejemplares que forman parte de ella sólo pasan a Asturias esporádicamente.
Los censos de osas con crías se vienen haciendo en la Cordillera Cantábrica sistemáticamente y de forma homogénea y coordinada desde finales de la década de los ochenta. En este tiempo, la población cantábrica ha mostrado un proceso de recuperación que alcanzó su punto máximo en los años 2007 y 2009, cuando se contabilizaron 21 osas con crías del año. Esta evolución esperanzadora es bien visible en la subpoblación occidental y confirma el buen momento reproductivo y la tendencia demográfica positiva de esta subpoblación desde mediados de los noventa.
Sin embargo, queda pendiente lograr que la población oriental se recupere. Ahora, los colectivos conservacionistas apuestan por abrir un debate para decidir si es necesario llevar algún ejemplar de la población occidental a la oriental. Este segundo grupo sufre las consecuencias de la consanguinidad, es decir de un alto grado de parentesco entre ellos, debido a su bajo número y a la escasez de hembras, una circunstancia que merma considerablemente las posibilidades de que esta subpoblación salga adelante.
Aunque en los últimos años se han reforzado las conexiones entre los dos grupos a través de «corredores» naturales, los pronósticos sobre la población oriental son pesimistas. Y el oso pardo necesita de todos los ejemplares para que la especie se conserve.
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